Sexofobia: cuando el sexo se convierte en pesadilla

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El sexo y todo lo que lo rodea es una de las experiencias más excitantes y enriquecedoras que podemos vivir. En general, se considera una dimensión complementaria y necesaria en el desarrollo integral de la persona. ¿Qué puede haber más placentero que descubrirnos y descubrir a nuestra pareja? Las claves para el disfrute íntimo pasan por la exploración de nuestros resortes eróticos. Sin embargo, hay ocasiones en las que el sexo se convierte en toda una pesadilla. La simple idea de practicarlo llega a paralizar a quien sufre sexofobia. ¿De qué se trata?

El sexo y sus condicionantes

La forma en que nos entregamos al sexo depende en gran medida de la educación que hayamos recibido, así como de nuestras experiencias previas. Y es que no es lo mismo haber crecido en un entorno en el que la sexualidad se vive con total naturalidad que en una familia para la que ésta es un tema tabú. La educación sexual de las personas juega un papel esencial a la hora de generar una idea positiva y realista de las prácticas íntimas. El peso de la ortodoxia religiosa y la moral conservadora pueden también influir negativamente en la forma en que afrontamos nuestra dimensión sensual. Ciertas normas como la preservación de la virginidad, la prevalencia del principio reproductivo sobre el disfrute en sí o los estereotipos tradicionales del hombre y la mujer se convierten a menudo en serias trabas.

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La aversión al sexo

La sexofobia es el nombre que reciben todas esas patologías de orden psicológico que nos impiden disfrutar plenamente del sexo. En general se relaciona con factores como el sometimiento a principios morales muy estrictos en cuanto a la sexualidad, la vivencia de experiencias traumáticas previas, así como intentos de violación o abusos; conflictos en la relación de pareja o la percepción distorsionada del propio cuerpo. La sexofobia se asocia con la aversión al sexo, evitando cualquier forma de contacto íntimo. La penetración suele constituir toda una pesadilla para los enfermos, tanto hombres como mujeres. Ellos pueden sentir tal miedo a fracasar en el coito que no son capaces de llevarlo a cabo. En las mujeres, el terror se desarrolla normalmente en torno al posible dolor de la primera vez, pero puede complicarse. Puede rechazarse el sexo por temor a la desnudez del otro y su genitalidad. No siempre es fácil superar esta patología. Requiere diálogo, diálogo y más diálogo. Y, aun así, son muchas las personas que permanecen vírgenes al no conseguir superarlo.

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